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Trapito al sun varios cuentos realidades de las desigualdades en países suramérica.pdf
- 1. Trapitosal solRelatos sobre niñas y niñostrabajadores domésticos en ColombiaComité Interinstitucional de Erradicación del TrabajoInfantil y la Protección del Joven TrabajadorFinanciado por el Departamento de Trabajo delos Estados Unidos de NorteaméricaAl analizar el trabajo infantil domésticose hace evidente que su existencia emergede un contexto social complejo, que enel caso colombiano involucra múltiplesaspectos como pobreza, miseria, violencia,desplazamiento forzado, abandono, orfandad,alcoholismo, maltrato, explotación, engañoy ausencia de oportunidades de desarrollo,entre otros.Con este libro se quiere divulgar historiasconstruidas con base en testimonios de la vidareal de niñas, niños trabajadores domésticosy sus madres, de forma tal que nos permitanconocer de la manera más auténtica posible,los contextos en los cuales han nacido y crecidoquienes realizan este tipo de trabajo, dentrode ciertas creencias, valores, dificultades ysueños.María Clara MelguizoHerramientas para prevenir y erradicar elTrabajo Infantil Doméstico
- 2. Copyrigth © Organización Internacional del Trabajo 2003Primera Edición 2003Las publicaciones de la Oficina Internacional del Trabajo gozan de la protecciónde los derechos de propiedad intelectual, en virtud del protocolo 2 anexo a la Con-vención Universal sobre Derecho de Autor. No obstante, ciertos extractos brevesde estas publicaciones pueden reproducirse sin autorización, con la condiciónde que se mencione la fuente. Para obtener los derechos de reproducción o detraducción deben formularse las correspondientes solicitudes a la Oficina dePublicaciones (Derechos de autor y licencias), Oficina Internacional del Trabajo,CH-1211 Ginebra 22, Suiza, solicitudes que serán bien acogidas.María Clara MelguizoTrapitos al Sol: Relatos sobre niñas y niños trabajadores domésticos en ColombiaPintura de la cubierta:“En casa de otros”, oleo sobre papel.Marú GallardoFotografía:Jorge GamboaDiseño:Marú GallardoImpresiónAntroposProyecto Subregional de Prevención y Eliminación del Trabajo Infantil Domésti-co en Hogares de Terceros en Sudamérica.Asesora Tecnica Principal:Christine De AgostiniCoordinadora Nacional en Colombia:María Consuelo Aponte de PieschaconComité Asesor del Proyecto:Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, Departamento Administrativo deBienestar Social, UNICEF, Save the Children, Programa IPEC.Lima, OIT/Oficina Regional para las Americas/Programa IPEC Sudamérica, 2003ISBNImpreso en Colombia
- 3. Las denominaciones empleadas, en concordancia con la práctica seguida en lasNaciones Unidas, y la forma en que aparecen presentados los datos en las publi-caciones de la OIT no implican juicio alguno por parte de la Oficina Internacionaldel Trabajo sobre la condición jurídica de ninguno de los países, zonas o territorioscitados o de sus autoridades, ni respecto de la delimitación de sus fronteras.La responsabilidad de las opiniones expresadas en los artículos, estudios y otrascolaboraciones firmados incumbe exclusivamente a sus autores, y su publicaciónno significa que la OIT las sancione.Las referencias a firmas, procesos o productos comerciales no implican aprobaciónalguna por la Oficina Internacional del Trabajo, y el hecho de que no se mencionefirmas, procesos o productos comerciales no implica desaprobación alguna.Las publicaciones de la OIT pueden obtenerse en las principales librerías o enoficinas locales de la OIT en muchos países, o pidiéndolas a: Las Flores 295, SanIsidro, Lima 27-Perú, Apartado Postal 14-124, Lima, Perú).Vea nuestro sitio en la red: www.oit.org.pe/ipec/tidADVERTENCIAEl uso de un lenguaje que no discrimine ni marque diferencias entre hombres ymujeres es una de las preocupaciones de nuestra organización. Sin embargo, nohay acuerdo entre los lingüistas sobre la manera de hacerlo en nuestro idioma.En tal sentido y con el fin de evitar la sobrecarga gráfica que supondría utilizar enespañol o/a para marcar la existencia de ambos sexos, hemos optado por emplearel masculino genérico clásico, en el entendido de que todas las menciones en talgénero representan siempre a hombres y mujeres.PresentaciónEl trabajo infantil doméstico como todas las formas de trabajo infantil,es una situación que vulnera derechos fundamentales de las niñas ylos niños en el mundo entero. No obstante, esta forma específica detrabajo infantil tiene ciertas particularidades que merecen especialatención, porque constituyen riesgos que en otras actividades no estánpresentes de la misma manera.Dentro de estas particularidades, vale la pena resaltar algunas: sucedeen el interior de los hogares, por lo que es invisible socialmente;la convivencia de los niños y niñas con familias ajenas los expone amaltrato físico y emocional, discriminación y abuso sexual; las laboresdomésticas no se valoran social ni económicamente, por lo que muchasveces no son consideradas como un trabajo, y no son remuneradascomo tal, o se les reconoce algo con una suma o ayuda simbólica; elutilizar a niñas y niños en el trabajo doméstico se entremezcla conactitudes de aparente protección y ayuda de parte de los patronos, locual crea confusión hasta en los niños y niñas que están en condicionesde explotación; a pesar de que existen niños, en su mayoría menoresde 14 años vinculados al trabajo doméstico, esta es una forma deexplotación que recae principalmente sobre las niñas, por la asignaciónsocial que se ha hecho de las labores domésticas al género femenino, locual contribuye a la mínima valoración económica que se le otorga.Por todas estas realidades que subyacen al trabajo infantil doméstico, elPrograma Internacional para la Erradicación del trabajo Infantil IPEC,de la Organización Internacional del Trabajo OIT, está desarrollandoel Proyecto Prevención y Eliminación del Trabajo Infantil Domésticoen Hogares de Terceros en Sudamérica, en los países de Brasil,Colombia, Paraguay y Perú. Con el fin de comprender y erradicaresta problemática, el proyecto desarrolla acciones de diagnóstico de la
- 4. situación, adecuación legislativa, desarrollo de política pública,intervención directa con niños y niñas trabajadores domésticos y susfamilias, y acciones de sensibilización y transformación de prácticasculturales que sustentan esta problemática.Al analizar el trabajo infantil doméstico se hace evidente que suexistencia emerge de un contexto social complejo, que en el casocolombiano involucra múltiples aspectos como pobreza, miseria,violencia, desplazamiento forzado, abandono, orfandad, alcoholismo,maltrato, explotación, engaño y ausencia de oportunidades dedesarrollo, entre otros.Con este libro se quiere divulgar historias construidas con base entestimonios de la vida real de niñas, niños trabajadores domésticos ysus madres, de forma tal que nos permitan conocer de la manera másauténtica posible, los contextos en los cuales han nacido y crecidoquienes realizan este tipo de trabajo dentro de ciertas creencias,valores, dificultades y sueños.Las historias fueron elaboradas por la autora de este libro, con quienanalizamos las entrevistas realizadas dentro del Proyecto a trabajadoresinfantiles domésticos y sus familias. Dicho análisis arrojó elementoscomunes y repetitivos, que unidos a los aportes de quienes trabajanen los programas de acción desarrollados por el Proyecto en Bogotá yBucaramanga, dieron como resultado estas historias que no pertenecena una vida individual y particular, sino que son la mezcla de muchasvidas con patrones similares. En las historias podemos ver con claridadla repetición de pautas a través de generaciones, el ciclo infinito de lamiseria, las diferentes perspectivas y vivencias a partir de los mismoshechos,laluchasincuarteldequienesvalerosamentedecidenmodificaren algo la propia historia vivida para abrir opciones distintas a sushijos, y las contradicciones que enfrentan ante situaciones extremas.Esperamos que este documento ayude a hacer más visible la realidadvivida por las niñas y niños trabajadores domésticos, y sugerimos quelas historias aquí narradas sean utilizadas en espacios académicos,institucionales, comunitarios u otros, para crear una reflexión sobreel tema que movilice a todos los actores sociales a emprender oapoyar acciones dirigidas a impedir la reproducción de patrones queperpetúan la vulneración de derechos de la infancia. Todos tenemosalgo por hacer para que esta realidad se modifique y así podamosconstruir una sociedad más equitativa y justa donde las oportunidadesde crecimiento y desarrollo como seres humanos dignos lleguen atodas las niñas y niños por igual.Agradecemos a las doctoras María Cristina Rojas y Lucero Zamudio,quienes realizaron las entrevistas que permitieron alimentar estelibro; a los equipos de trabajo de la Asociación Cristiana de Jóvenes deBogotá y de Santander, quienes también enriquecieron este documentoa partir de la experiencia de trabajo con los niños y niñas trabajadoresdomésticos vinculados a los programas de acción; y a la autora de estelibro, María Clara Melguizo, quien colocó su corazón para la revisióndel material y la construcción de las historias, siendo siempre fiel a lavoz de los entrevistados y respetuosa de su privacidad.Finalmente agradecemos a los principales actores de este libro,quienes al compartir con nosotros aspectos íntimos de sus vidas, noshan permitido construir las historias que aquí se narran. Estos actoresson las niñas, niños y madres de Bogotá y Bucaramanga vinculados alProyecto de Prevención y Eliminación del Trabajo Infantil Domésticoen Hogares de Terceros en Colombia. Son ellas y ellos quienes sesentirán representados en los personajes, y quienes al mismo tiemponos sirven de modelo para ver de cerca lo que es el mundo de una granparte de la infancia colombiana.
- 5. Todos los contenidos incluidos en las historias son tomados de lavida real y por lo tanto, cualquier parecido con la realidad no es puracoincidencia.María Consuelo Aponte de PieschacónCoordinadora Proyecto NacionalTrabajo Infantil Doméstico – ColombiaBogotá, Junio 2003IntroducciónTodos tenemos secretos ocultos tras las sombras, que entre rumoresentrecortados escapan de la boca en uno que otro instante, buscandoun oído paciente que esté dispuesto a escuchar. Siempre existe laposibilidad de seguir de largo; pero yo me detengo y escucho atenta.Guardo en mi memoria recuerdos de muchas personas que han pasadopor mi vida y que compartieron conmigo sus secretos. Al recordar,algunos secretos pierden su forma y su sentido. Pero otros adquierenun significado tan particular, que están siempre presentes escapandodel olvido. La permanencia de estos secretos en mi mente no procedede una buena memoria. Procede más bien, de ese punto en el quemi secreto se encuentra con todos los demás en su evidencia dura ycotidiana.Mi secreto tiene algo en común con los que siguen a continuaciónformando el cuerpo de este libro. Y esa raíz común que atraviesa la vidade todos los que aparecemos aquí, es la razón que dio vida y sentido atodo este esfuerzo de dictarle a la autora de este libro los siete secretosque quería salvar del tiempo y atrapar con las letras. La historia de miabuela, como muchas otras, parece condenada a repetirse; a seguir losmismos pasos y senderos.Todos los vericuetos en los que transcurrió mi vida dieron forma apreguntas e inquietudes que desembocaron en un gran interés porlos temas de género y niñez. Desde muy joven establecí un fuertecompromiso con las mujeres y niñas que se encuentran o se hanencontrado tras los lavaderos y los fogones hirviendo. La mayoría delas mujeres, así sea de una manera tangencial, sabrán de qué les estoyhablando. No hay ninguna mujer que se haya escapado a esas laboresque parecen propias a su género. Esas cosas tan básicas como hacer lacomida, lavar la ropa o limpiar; labores tan unidas al sostenimiento ypreservación de la vida misma, que como muchas otras cosas reservadasa las mujeres, pasaban y aún pasan desapercibidas.
- 6. Cualquiera que sea su posición social, seguro encontrará en su vidamujeres llamadas mamá, tía, prima, muchacha o nana, que velaron porla existencia de lo que en esencia sostiene nuestra humanidad. Hoyen día las fronteras se extienden, y algunos hombres y niños ingresanpor diferentes razones en el mundo doméstico. Ellos comprenderánen algún momento el verdadero valor y significado que ha tenido estetrabajo dentro de la historia.Me desempeño como docente hace 8 años y trabajo los fines de semanacon mujeres, niñas y niños de distintas comunidades. Han sido ellosmi interés más terco y fundamental. Supongo que algo de mi historiay mis raíces tendrá relación con todo lo que soy. En efecto, pasa eltiempo y me convenzo de que es así.Dentro de todos los engranajes sociales y culturales que mueven lavida de las mujeres, niñas y niños, he observado con preocupacióncómo algunos de mis estudiantes se vinculan a diferentes tipos detrabajo de una manera prematura y contraria a su desarrollo y edad,abandonando el estudio y extraviando sus propios sueños. Dentro delas labores que desempeñan, asumir la responsabilidad de alimentara una familia, limpiar una casa, lavar la ropa o cuidar niños y niñasmenores, suele ser una alternativa que aparece ante sus ojos como algonormal y natural.Por sus características, el trabajo infantil doméstico resulta invisibleporque no se considera como un trabajo pesado. En él, las niñas y losniños pierden la oportunidad de garantizar su derecho a la educacióny al tiempo libre, al mismo tiempo que sus posibilidades de tener unfuturo mejor.He intentado desde mi oficio luchar contra ello y me he vistoenvuelta en gran cantidad de dilemas culturales y sociales que revelanla existencia del complejo mundo del trabajo infantil doméstico,enraizado en creencias y valores que perpetúan su práctica. Aunquecon el paso de los años la problemática empieza a ser reconocida comotal, este sigue siendo un tema espinoso que requiere de grandesesfuerzos para ser totalmente comprendido y asimilado por toda lasociedad.Las historias que relato no son historias individuales e irrepetibles.Al igual que la historia de mi abuela, quien ingresó al trabajodoméstico a los trece años y a los pocos años quedó embarazada deuno de sus patronos, las historias que relato son, más bien, un comúndenominador en el mundo del trabajo infantil doméstico. Son sietesecretos contados desde sus propias voces. Allí también encontrará mivoz. Una voz que no interpela ni cuestiona; solo escucha y reflexionadesde su lugar. Desde ese lugar del que también parte para hablar.Se encontrarán miles de historias similares a estas, y todas ellas nosmostrarán con urgencia la necesidad de entender los patrones socialesy culturales que las validan. Responderse a las preguntas pertinenteses lo que nos permitirá transformar estas historias en otras diferentes.Y esa es la verdadera razón por la que dicté a la autora de este librotodas estas páginas.Descubrirá que todas las historias tienen dos caras. Descubrirá queexisten maneras de comprometerse con el proceso de cambiar lahistoria, para no continuar repitiéndola.Dictado a la autora por su narradora imaginaria
- 7. Capitulo ITango en elcafetalMatilde (45 años)
- 8. Matilde14 15De pequeña me la pasé metida entre cafetales andandodescalza por los sembrados sin que me diera nada. La plantadel pié la tenía fuerte y callosa, y también tenía los dedosseparados como patas de mico, de tanto subirme a los árbolespara bajar la fruta y para jugar a las escondidas con mishermanas.Había épocas en que estaba todo el día entre los sembrados.Un recuerdo bonito es que cuando terminaba la tarde, elcielo se llenaba de muchos colores rarísimos que despuésterminaban en un naranja tan fuerte como el de una papayapartida; a mí me encantaba ese momento del día.Yo crecí en la zona cafetera de Antioquía, cerca de Ocaidó.Cuando era el tiempo del tostado del café distinguíamos elolor porque el pueblo entero olía rico. Era harto el trabajoque había que hacer con el cultivo del café, así que desdepequeña aprendí a trabajar la tierra como los hombres.La familia de mi mamá había trabajado en lo del café toda lavida y con el tiempo mis abuelos compraron una tierrita porel lado de Aguas Claras. Allí había cultivos de plátano, café,fríjol, alverjas y hasta tomates. También había unas cuantasvacas para arar la tierra y algunos cerdos y gallinas. La tierraquedaba entre dos quebradas, que en la época de verano, eranlo mejor para ir a bañarse por la mañana. Recuerdo y me dacomo nostalgia; todo era tan bonito.Se quedó mirando por la ventana, pero yo alcanzabaa percibir que Matilde no estaba viendo lo que pa-saba allá afuera. Sus ojos viajaban por otros tiemposy otras tierras; por su finca y sus cafetales. Envueltaen piel morena, su expresión se embriagaba a sorboslentos de nostalgia; de ese sentimiento donde la tristezay la alegría se mezclan para hacer de ello la vida. Lostiempos ya lejanos en los que Matilde piensa, dejaronimborrables huellas en su cuerpo delgado pero fuerte, ensus pies cubiertos por los zapatos de lona azul que traehoy y en esas manos de tradición campesina que yo headmirado desde el primer día que la conocí. De prontoaletea fervorosamente esas manos que yo miro siemprecon insistencia y haciendo un ademán que disculpaba sudistracción, continuó palabreando eso que soñaba.En el rancho vivíamos mi tía Cecilia, mi mamá, mis cincohermanas mayores y yo. Un reinado de puras mujeres quedesde pequeñas aprendimos a trabajar en el campo. Aunquenos dividíamos los trabajos, todas sabíamos hacer todo.Mi mamá, que era fuerte como un toro, hacía los trabajosmás pesados como cortar la leña, llevar las vacas al pastizalo matar a un animal para un almuerzo bien trancado. Meacuerdo que cuando se metían los ratones a la casa todas nosponíamos a gritar sin que paráramos. Mi mamá nos regañabapor ser tan bobas y de un aventón agarraba el ratón de la colay lo despescuezaba con sus manos. Ella era una cosa increíble;una trabajadora a más no poder. La palabra pereza no existíapara ella y desde chiquitas nos enseñó a levantarnos bientemprano para ir a trabajar con ella y mi tía Cecilia. Ellasfueron las que nos enseñaron todas los trabajos del campo yel amor eterno por el tango.Aunque mis hermanas y yo fuimos a la escuela, ninguna denosotras terminó la primaria. La escuela quedaba bien lejos,así que tuvimos con aprender a leer y a escribir, para dejarde echarse la caminata de un kilómetro y medio hasta laescuela. No nos gustaba mucho el estudio y además, habíaharto oficio en el rancho ayudándole a mi tía y a mi mamá.Yo prefería quedarme colaborando en la casa.Cuando era la época de la cosecha, mi mamá contrataba unacuadrilla de hombres, para que entre todos recogiéramosel café. Allí fue que mis hermanas y yo tuvimos nuestrosprimeros romances cuando ya éramos mujercitas. Mi mamáse emberracaba cuando se daba cuenta de los coqueteos delos hombres de la cuadrilla con nosotras. Ella decía quelos hombres no servían para nada y que cuando uno menosTango en el Cafetal
- 9. Matilde16lo esperaba lo dejaban a uno tirado. Me acuerdo cuandoencontró a mi hermana Lucía bien abajo de la quebrada,besándose con un muchacho que ese mismo día había llegadoa la finca a trabajar. Se puso furibunda y no dejó volver aLucía al cafetal en toda la época de la cosecha. Mi hermanase la pasaba encerrada en la casa, aburrida por no poder vera su moreno. Con el tiempo mi mamá se dio cuenta de quecon todo y encerradas en la casa, no había mucho que hacerporque sus hijas ya habían crecido y ya estaban en edad demerecer. Además, modestia aparte, no éramos tan feas comopara pasar desapercibidas, porque aquí donde usted me vecuarentona y con pata´e gallina, yo era bien bonita y teníamis pretendientes.Al terminar esta frase Matilde se echó a reír y con ungesto de picardía y complicidad muy propio a ella, mehizo un guiño con uno de sus ojos negros como la tierra.Detrás de ese rostro curtido brilló la cara delicada,coqueta y pícara que extravió en algún rincón de sujuventud. Llamó entre risas a la mesera de la cafeteríay pidió dos tintos bien negros. Sonreía recordando susviejos amores y los regaños de su mamá cuando la en-contró en la quebrada. Fue entonces cuando sentí quela adolescencia de Matilde era su mejor sonrisa; su caramás limpia y clara.Pasaron los años y a mi mamá le empezaron los achaques dela vejez; le aparecieron males y se veía como indefensa. Almismo tiempo, el rancho se había llenado de hombres con losesposos de mis hermanas y mis sobrinos. Ahora ellos hacíanlos trabajos más pesados y las mujeres hacíamos la comida ycuidábamos los niños. Mi mamá fue una paisa berraca quetuvo la suerte de tener una buena vida y una buena muerte.El día menos pensado se acostó a dormir y no se volvió alevantar. Parece ser que murió de un ataque al corazón. YoTango en el Cafetal17tenía 24 años. A todos nos dio muy duro y su muerte separóa toda la familia. El café se puso muy barato y tres de mishermanas vendieron sus parcelas y se largaron de la regióncon sus maridos y chinos al Valle del Cauca, en busca demejores negocios. A mí me dolió y me alejé de ellas; sentícomo un abandono. Yo me quedé en el rancho con mi tía, mihermana Lucía y su marido.Un tiempo después conocí a Gustavo y me llegó el amor. Sevino a vivir con nosotros cuando yo tenía 27 años. Por esosdías la cosa se puso dura en la región y la violencia se adueñóde todo. Ya no sabía uno quién era quién y empezaron lasmasacres por todas las veredas. Todos los paisanos salieroncorriendo; todos menos Gustavo y yo. Nosotros queríamoshacer una vida allí donde habíamos vivido toda la vida.Llegó un momento en que la situación se puso más peliagudade lo que ya estaba y nos amenazaron. Gustavo desapareció eldía menos pensado y nunca volvió. Nadie dio razón ni cortani grande de él. Nunca supe si se fue porque quiso o porquese lo llevaron; al fin y al cabo siempre me quedó dandovueltas en la cabeza la frase de mi mamá sobre los hombres.Lo esperé un tiempo. Todas las tardes me subía al morrode la finca y me quedaba como ida mirando pa´bien lejos,esperando que entre los cafetales que se veían allá abajoapareciera mi Gustavo. Nunca llegó y al ratico a mí me tocósalir corriendo sin poder sacar un solo centavo de mi tierrita.Me tocó dejar todo tirado y atragantarme la noticia de la quenunca se enteró Gustavo: estábamos esperando un hijo.En ese momento se acercó la mesera y nos preguntósi queríamos algo más. Matilde había cambiado desemblante. Su rostro se llenó de frío y con desgano re-spondió que no. Nos quedamos en silencio. Yo pensabaen el tal Gustavo sin poder escapar a la curiosidad de su
- 10. Matilde18Tango en el Cafetal1918destino. Pensaba en si se habría enterado algún día dela espera y la partida de Matilde, si estaba vivo o muer-to, si alguna vez se enteró de que era padre, si supusolo mucho que le había dolido su ausencia a Matilde; lodura que la volvió.Llegué a Bogotá con cinco meses de embarazo. Me vine ala capital con ganas de enterrar el pasado en ese pedazo detierra en donde crecí y con la firme intención de no mirarnunca más de allá pa´ atrás. A mí me dolía ser madre solteray también me dolía todo lo que había pasado por allá.Quería hacer borrón y cuenta nueva.Llegué a donde mis paisanos más queridos, que vivíanen Bosa hacía un buen tiempo. A Dios gracias, ellos meayudaron mucho hasta que tuve a mi hija. Me consiguieronla piecita donde todavía vivo y me prestaron unos pesitosmientras me organizaba. Me tocaba empezar de ceros, yen últimas, con todo y lo apaliada, todavía tenía la fuerzanecesaria para trabajar y salir adelante con mi hija.Lo primero que tenía que hacer en Bogotá era buscar trabajo.Yo me fui muy avispada a la Junta de Acción Comunal delbarrio, para que me ayudaran a conseguir trabajo. Como yono sabía nada diferente a cultivar, cocinar, lavar o limpiar,conseguí un trabajo en una casa de familia haciendo el oficiode por días. Al principio me dio duro porque me sentía muysola;fuedifícilacostumbrarme.Siemprehabíatrabajadoparalosdemifamiliaqueenúltimas,eralomíotambién.Despuésde todas las vueltas de la vida me tocaba empezar a trabajarpara otros y aguantar órdenes de extraños. Pero igual quécarajo, había que resignarse porque esa situación ya no iba acambiar. Mal que bien, menos mal me habían acostumbradoa trabajar toda la vida y por ese lado no era un cambio muygrande. Tuve a mi china sana y sin problemas y solo eracuestión de empezar una nueva vida olvidando el pasado.19Y realmente era claro que Matilde quiso omitir el pasadosin resentimientos ni reproches a nada ni a nadie. Noquiso que yo tuviera ninguna compasión hacia lo tristey duro que podía ser lo que me contaba y eso lo notécuando pasó rudamente una mano por su cara y cambióel tono para no permitir más quebrantos en su voz. Suvida llena de estrellones y amarguras no le minaron sucarácter luchador y su buen humor. Parecía como si enel fondo ya no se lamentara de nada, como si no quisierapensar en todo lo que cambió su vida cuando salió de sutierra porque para qué llover sobre mojado.La señora que me necesitaba para hacer el oficio me contratóde lunes a viernes. Ella era toda desconfiada y tacaña. Medíagramo a gramo la comida y cuando no encontraba algo eratodo un problema. Me daba rabia que fuera así teniendotanta plata. Era una señora toda elegante, esposa de unpolítico. Allí tuve la oportunidad de conocer en personamucha gente importante. Así trabajé hasta que nació Leidy,mi hija. Después de todo lo complicada que fue esa señora,cuando me despedí me dijo que yo era una buena y honradatrabajadora. Nunca me lo esperé.Después de que Leidy nació estuve 6 meses buscando trabajo.Fue muy difícil encontrarlo porque al principio busquécon la esperanza de que alguien me recibiera con la niña.Eso fue imposible y me tocó dejar la niña con los paisanospara poder irme a trabajar. Trabajaba en varias partes depor días, pero como la platica ya no alcanzaba con Leidy,busqué otra entrada económica y empecé a reciclar. Claroque me metí en esto cuando Leidy tenía 2 años y ya la podíadejar solita para no ponerle más pereque a mis paisanos. Yaera suficiente todo lo que me la habían cuidado. Leidy sequedaba en la casa y yo me iba a trabajar haciendo oficio enlas casas o reciclando.
- 11. Matilde20Tango en el Cafetal2120Conocí a un hombre que me enseñó que es posible unsegundo amor. La capital no era como yo la había imaginadoy los primeros años fueron berracos. Nunca pasé tantasnecesidades como en ese entonces y ya me hacía falta unapoyo. Menos mal me conseguí un hombre que me quiso ycon el que viví muchos años. Siempre fuimos muy pobresaunque, valga la verdad, nunca nos faltó la papita y lomínimo necesario.DesdequeLeidyestabapequeñaleenseñéacocinaryalimpiarla casa, como lo hizo mi mamá conmigo. Cuando tenía 6 añosya había aprendido bastante. Yo llegaba de trabajar y ellaya había hecho el arroz y también había arreglado la casa. Amí me servía mucho que Leidy me colaborara. Además, mepareció bueno enseñarle el oficio, que empezara a defenderseen la vida y a ser una personita útil.Cuando tenía 7 años me dijo que quería salir a reciclarconmigo. No sé por qué me lo pidió. Creo que se aburríaen la casa, así que la dejé ir. Igual ya estaba grande para queempezara a conocer el mundo. Salía muy animada a trabajary yo le enseñé cómo era que había que rebuscar en la basura;ella me ayudaba mucho y además quedaba contenta porquese ganaba unos pesitos. Después le dio la bobada y le dabapena salir a la calle. ¡Ave María! ¡como si a uno le debiera darpena trabajar!. En todo caso la respeté y ella dejó de reciclar.Creo que igual lo pensaba por la edad y yo debía entendereso.Su expresión me interpelaba; Matilde buscaba en mirostro un signo de aprobación o desaprobación frente alo que me contaba. Yo intentaba permanecer herméticaporque lo que escuchaba no era del todo grato. Sentíaque Matilde y yo teníamos concepciones diferentessobre lo que debe ser la vida de una niña a los 7 años.La carga que implica asumir determinados roles y21responsabilidades. La vergüenza de Leidy no me parecíauna bobada. Igual no podía decir nada porque nunca hereciclado; pero lo podía imaginar. Unos segundos largosme hicieron pensar que me lo preguntaría directamente.Matilde suspiró y yo sentía que después de ese suspiroirrumpiría la voz de su inquietud. Por fortuna laspreguntas se esfumaron y Matilde continuó su relato.Leidy quería entrar a estudiar. A mí me parecía bien quetuviera ese interés y yo también quería que ella entrara alcolegio, pero desgraciadamente no tenía la forma de pagarleel estudio. Yo sé que uno debe darle a sus hijos el estu-dio. Si no me hubiera tocado salir corriendo de mi tierray sin Gustavo, otro gallo cantaría, pero esa fue la suerteque tuvimos mi hija y yo; la vida que le tocó. Así que siuno no puede pues les toca a ellos por sus propios medios.Leidy salió unas cuantas veces más a reciclar conmigo y asíahorró en su alcancía unos pesitos para pagarse el estudio. Yoestaba tan contenta de su esfuerzo y de verla en el colegio!.Me sentía orgullosa de mi hija, de ese temperamento echadopa´delante tan parecido al de su abuela. Ella estaba feliz, mecontaba de su profesor de teatro y de sus amigas. Parece queel colegio era bonito, pero no puedo asegurarlo porque no loconocí. A Leidy le iba bien; a ella siempre le ha ido bien enlo que hace porque a Dios gracias, la china me salió juiciosa.Pasaron dos años y después yo me enfermé de la pierna; unaenfermedad heredada de mi abuelo que hasta el sol de hoyno sé explicar muy bien. No fue sino que yo me enfermarapara que mi marido saliera corriendo detrás de otra. A mi medolió sentir nuevamente que mi madre tenía razón. Hubomucha necesidad en la casa, así que Leidy quiso ayudarmeen todo lo que pudo y se consiguió un trabajo en una casa de
- 12. Matilde22Tango en el Cafetal2322familia. Al principio me dio como miedo dejarla ir sola paraallá, apenas tenía 10 años y siempre había estado conmigo.Yo no la hubiera dejado ir a trabajar en otra parte asítan chiquita, si no hubiera sido por la situación tan ma-cha que pasamos después de que me llegaron los males.Menos mal la niña ya sabía hacer el oficio y no le costómucho acostumbrarse. Además era el trabajo que yo habíahecho toda mi vida y sabía a lo que ella se podía enfren-tar. Hasta donde entiendo no le tocaba hacer mucha cosay eso sí, le encantaba cuidar al niño. Dio con una buenapatrona y eso también fue bueno. Es que imagínese, ahoraya estoy mejor, pero antes, yo tenía esta pierna terrible.Con la pierna fregada y con la escasez de plata Leidyme mostró que era una persona berraca como mi san-gre paisa. Una china que sabe valerse por sí misma enla vida. A mí eso me tranquiliza porque con esta en-fermedad a las espaldas, el día menos pensado faltoyo y ella tiene que saber cómo defenderse en la vida.Con discreción bajo la mirada para observar cómo seencuentra hoy la pierna enferma de Matilde. Su pie seve hinchado como siempre. Pienso en lo terrible que esestar sujeto a una enfermedad por el resto de la vida. Laenfermedad de Matilde; una realidad de la que su hijase responsabilizó llenando un vacío con otro vacío. Elmarido de Matilde se fue tal como la madre lo predijo ysu partida unida a la enfermedad de Matilde obligó aLeidy a asumir fuertes responsabilidades desde una edadmuy temprana. Se cambiaron los roles prematuramentey ahora era Leidy y no Matilde la que salía a trabajarhaciendo oficio, para así ganarse unos cuantos pesos y23sostener la casa. Contrariamente al orgullo que sentíaMatilde por las hazañas de su hija, yo sentía un clarodesazón por la vida que a Leidy le tocó vivir.Como no pude volver a trabajar por lo de la pierna y ademásnos quedamos solas con Leidy, monté un negocio de em-panadas con la ayuda de mis paisanos. Es que tocaba haceralgo porque con lo que se ganaba Leidy no alcanzaba. Elnegocio funcionó. Y con eso, más lo del trabajo de mi hija,pudimos superar la situación.Cuando Leidy se volvió mujercita agradecí a Dios que ellatrabajara y estudiara para que así no le quedara mucho tiem-po. Es que las niñas del barrio que estaban en su misma edadse la pasaban exhibiéndose en la calle para conseguir novio.Imagínese, niñas de 13 años completamente maquilladas,emborrachándose con los chinos y haciendo espectáculo enla calle. ¡Que vergüenza! Es que usted sabe que la juventudde hoy en día va de mal en peor. Entonces yo pensaba queen lugar de que se me quedara en la calle aprendiendo quiénsabe qué cosas con amigas y amigos, yo prefería que estuvi-era ocupadita en algo y que además consiguiera plata parapagarse los estudios.Leidy perdió tercero de primaria y se salió del colegio. Amí me pareció grave por lo del estudio, ella siempre habíaestado con la ilusión de estudiar hasta bachillerato para lu-ego entrar a actuación. A mí me daba risa eso de que Leidyquisiera ser actriz, pero así no me creyera ese cuento, sí creíaque debía terminar el bachillerato ya que había entradocon tantas ganas y pilas al colegio. Se desalentó mucho porla perdida de año y no quiso seguir. Hubo un lado bueno,y ese fue que se alejó de malas compañías del curso queempezaban a buscarla.
- 13. Matilde24Tango en el Cafetal2524 25Solo en un sitio me dio la impresión de que la señora eracomo regañona pero creo que tampoco era insoportable. Lamás especial ha sido su última patrona, una mujer que la haapoyado mucho y que la ha puesto a estudiar otra vez.Mi hija me ha respondido siempre así que no la regañécuando me contó que tenía novio. Además, el chino es unmuchacho muy formal y trabajador. Leidy ya tenía 15 añosy por lo menos ya había dejado de ser una niña. Ya llevan2 años juntos y ahora el chino vive con nosotros. La últimaque pasó que me dio muy duro fue cuando me contaron queLeidy había quedado embarazada. Me dio pesar que pasarajusto cuando ella se empezaba a entusiasmar nuevamentecon estudiar y cambiar su vida. Quedar embarazada le volvióa cerrar todos esos sueños. Además, yo no quería que mihija fuera mamá tan joven. Pero a lo hecho, pecho y no hayotra opción más que apoyarla y darle fuerzas. Dio con unmuchacho que parece bueno y eso me tranquiliza. En todocaso yo me preparo desde ya, porque sé que él, como mis dosamores, algún día se irá sin dejar rastro.Matilde cierra los labios después de su última palabra yyo pienso que su vida es como la historia de esos tangosque tanto le gustan. Luego me pregunto: ¿volverán aquedar solas tres mujeres?.Me hubiera preocupado si Leidy no hubiera tenido nada másque hacer, pero ella tenía un trabajo estable y se manteníaconcentrada en eso. Mientras estuviera dedicada a algo, yome sentía tranquila.La mesera de la cafetería atiende la mesa contigua, asíque aprovecho para pedirle la cuenta. Mientras la meseraanuncia que son $800 de los dos tintos, Matilde revuelvecon las manos su monedero de satín rojo y saca un billetede $10001. Su gesto no admite una negación mía a suinvitación, así que Matilde paga la cuenta. Ella es así.Con mi ayuda se pone en pie y me invita a que conozcasu casa y a que finalmente pruebe sus empanadas. Sali-mos a caminar por en medio de un gran parque y en elrecorrido imagino a Matilde de pequeña subiéndose a losárboles y corriendo con el pie descalzo por los cafetales.De inmediato pienso en la vida de Leidy y en lo quehubiera podido ser de no crecer tan rápido. Leidy nodisfrutó subiéndose a los árboles o balanceándose en loscolumpios; Leidy no pudo realizar su sueño de estudiary de ser actriz; Leidy asumió un rol adulto y protectorque negó los días de juego y de inocencia; Leidy cargó elinfortunio de su madre y el abandono de los hombres.Matilde pareció intuir que yo pensaba en su hija y entresuspiros siguió hablando de ella.Mi Leidy es un ángel de Dios; ella me ha ayudado muchocon mi enfermedad, con el negocito y con la casa. Ha sidoun apoyo muy grande por ser tan responsable y juiciosa.Solo tiene vida para su trabajo. En total ella ha trabajado entres partes y afortunadamente en todas la han tratado bien.1Para el momento de la publicación de este libro, las cifras equivalen a menosde un dólar.
- 14. Capitulo IIDel grano a lasemillaLeidy (17 años)
- 15. Leidy28Del grano a la semilla2928 29Lo que más me ha gustado en la vida es la bandeja paisa.Siempre me acuerda de cuando era chiquita y del día demi cumpleaños. Mi mamá siempre me hacía bandeja paisapara mi cumpleaños. Yo creo que lo que pasaba era que esedía se ponía toda nostálgica y le daba entonces por escuchartangos y recordar su tierra. Mi mamá salió de Antioquíahace 17 años, con una barriga grande en la que yo crecía díaa día. La violencia la sacó lejos de su tierra y vino a parar enesta ciudad en la que yo nací 4 meses después.Yo siempre he vivido en este lado de la capital. Mi mamállegó a este barrio de Bogotá por unos paisanos amigosde ella, que ya llevaban un par de años viviendo aquí enBosa. Ellos nos ayudaron mucho porque mi mamá dice quellegamos con una mano adelante y la otra atrás.Nunca conocí a mi papá de sangre, aunque Alberto, elnuevo esposo de mi mamá, fue como mi papá de verdad.Creo que tenía 2 o 3 años cuando Alberto se vino a vivir connosotras. Él y yo nunca tuvimos una relación que uno puedadecir que era muy de cerca, pero eso si hay que decir queAlberto siempre fue muy respetuoso conmigo.Alberto y mi mamá se conocieron haciendo reciclaje. Mimamásepusoahaceresetrabajoporvariosaños,alternándolocon temporadas en las que trabajaba en casas de familia. Enese tiempo ella era una trabajadora resistente.Desde chiquita me acostumbré a estar sola. Mi mamá yAlberto salían a trabajar y me dejaban encerrada en el cuartocon el televisor prendido. Mi mamá me decía que en uncuarto de la casa vivía un loco al que no le gustaban lasniñas, y que si me encontraba por ahí en los corredores meraptaba y me volvía salchichón. ¡Terrible ¿no?!. Claro queahora entiendo por qué existía ese loco dentro de mi casa.Mi mamá sentía miedo de que me pasara algo. Igual, yome creía el cuento y le hacia caso. Yo pasaba muchas horasen ese cuarto, pero a mí me gustaba ver televisión. Yo mesentía acompañada por los personajes de las novelas; memetía en sus vidas y sentimientos. Yo creo que es por esoque siempre me han gustado las novelas. Me acuerdo quecuando mi mamá llegaba de trabajar yo le contaba con pelosy señales todo lo que pasaba con los personajes de cada una,mientras preparábamos la comida juntas para que de paso,yo aprendiera a cocinar.Estábamos en su casa. Yo no la conocía. Era un cuartopequeño y modesto, donde apenas había espacio parados camas, una mesa de madera con tres butacos y lacocineta. Todo estaba un poco desordenado y se notabapoco esmero por la limpieza. El televisor estaba prendidoy llamaba mi atención lo reciente de su modelo y lobien que se veía la imagen. Pasaban un programa deconcurso algo aburrido que molestaba un poco nuestraconversación, así que Leidy lo apagó y buscó una ollapara poner a hacer un chocolate. Yo había llevado unpan integral para que comiéramos juntas, así que yome puse a cortar el pan mientras Leidy cuidaba delchocolate. Noté que empezó a llover y me acerqué a laúnica ventana del lugar. Una pequeña ventana conrejas que da al patio interno de la casa; a ese patio queera propiedad del loco que aprisionaba a las niñas.Un día llegó a vivir al cuarto de enfrente un señor quegritaba mucho y le pegaba a su mujer. Cuando se agarrabanse oía como si estuvieran al lado mío y a mí me daba unmiedo terrible. Ya no me gustó quedarme sola en ese cuarto,así que a los 7 años le dije adiós a las novelas y le pedí a mimamá que me llevara con ella a trabajar.Apenas comencé a salir con mi mamá y Alberto a reciclar,me encantó. Me gustó salir de esas cuatro paredes, conocer
- 16. gente y estar en la calle. Después le perdí las ganas porqueno me gustaba mucho estar revolcando en la basura; olíafeo. Además le tocaba a uno aguantarse todas esas miradashumillantes que todavía hoy mismo recuerdo. Nos mirabancon asco y con desprecio. Yo me sentía poca cosa y me dolía.Mi mamá me decía que el trabajo no es deshonra, que nodebía avergonzarme de nada porque todo trabajo es digno.Pero aquí entre nos, yo pasé momentos tan terribles que mesentí realmente mal de estar en ésas.En el reciclaje conocí varios de mi edad que trabajaban yestudiaban al tiempo. Yo me moría por hacer lo mismo;quería entrar al colegio. Quería estudiar, hacer una carreray ser una famosa actriz de telenovelas. Mi deseo más grandeera salir adelante y tener una vida mejor. Trabajé unoscuantos meses con mi mamá y cuando tuve ahorrada la platade la matrícula del colegio, le conté que quería dejar dereciclar para dedicarme al estudio. A ella le pareció bien yme apoyó.A mis 8 años entré a hacer primero de primaria en elColegio Cooperativo Minuto de Dios. Me acuerdo que lanoche anterior a mi primer día de colegio no pegué el ojode la emoción. Mi mamá hizo un esfuercito y me compró eluniforme; yo estaba feliz de estrenar. Me gustó el colegio.Hice amigas con las que recochábamos mucho, pero yotambién fui juiciosa y estudiaba. Me gustaban todas lasmaterias menos matemáticas. Es que en esa materia siempreme quedaba atrás. Lo que más se me dificultaba era ladivisión. Una cosa que me encantó fue cuando entró elprofesor de teatro al colegio. Yo me puse feliz y a mí mefascinaba esa materia. Siempre me ha gustado jugar a ser otrapersona, a disfrazarme y a ponerme colores y máscaras.CuandoLeidydijoesto,reconocílosincerodetodanuestracharla. Leidy se presentaba ante mí sin máscaras niLeidy3030Del grano a la semilla3131disfraces. Me parecía sorprendente su entera confianzay su manera de contarme las cosas, teniendo en cuentaque era corto el tiempo de conocernos y que además noera de por sí una persona muy comunicativa. Cuentanque siempre ha sido muy tímida. Tal vez por eso mismole gustaba transformarse vistiendo su cara con unantifaz.Casi que no puedo con primero y segundo, pero al fin lossuperé. Me tocó estudiar mucho pero lo logré. El coordinadorde disciplina me ayudó bastante. Me escuchaba, me dabaconsejos y hasta me ayudaba a estudiar.De vez en cuando iba por las tardes a reciclar con mi mamá.A mí me salía bueno como negocio porque ella me dabaunos pesitos y así yo me compraba los lápices, los cuadernos,las onces y las otras cosas que necesitaba en el colegio. Aveces me antojaba de comprar moños para el pelo o aretes,entonces reunía la plata poco a poco y ya después me lospodía comprar.Cuando entré a tercero de primaria mi mamá se enfermó yle tocó quedarse en la cama. Fue de un momento a otro y sinrazón, que un día le empezaron a doler mucho las piernas.Una se le puso toda morada y se le hinchó como un balón defútbol. Llegó un punto en que ya no podía ni caminar. Losmédicos dijeron que había que hacerle varios exámenes parapoder saber bien que era lo que tenía. Alberto y mi mamásiempre habían ganado apenas lo necesario para pagar lapieza y comprar la comida. No había de donde sacar platapara los exámenes y a mí me dolía mucho ver a mi mamáasí, toda enferma sin poder caminar.Hablé con los paisanos de mi mamá, ésos que siempre noshan echado una mano cuando la necesitamos. Les contéque me sentía toda triste de ver a mi mamá así. Que quería
- 17. Leidy3232Del grano a la semilla3333ayudarla y conseguirme la plata para pagar los exámenes,pero que yo no quería volver a reciclar todos los días. Estuvemuy de buenas porque durante mi visita a los paisanosllegó doña Fabiola; una señora del barrio amiga de ellos quenecesitaba a alguien que le ayudara en la casa. Los paisanosme recomendaron y así fue como empecé a los 10 años atrabajar donde doña Fabiola.Estudiaba por la mañana de 7 a 12, almorzaba en el colegioy después me iba a trabajar donde doña Fabiola. Regresabaa la casa cuando ya empezaba a oscurecer. Llegaba a hacer lacomida y a hablar con mi mamá. Ahora era ella quien mecontaba las novelas.Comíamos pan integral y tomábamos chocolate, mien-tras yo pensaba en el sabor amargo de la vida de Leidy.No tuvo tiempo para esperar; todo lo conoció demasiadorápido. Creció a la brava, cargando desde muy pequeñala responsabilidad de sí misma y de su madre. Detrásde su modesta apariencia se esconde un espíritu valerosoque lucha por robarle a la vida lo que le ha negado. Igualse nota que en sus gestos hay cansancio y que su arduocamino le ha dejado imborrables huellas en el rostro.Doña Fabiola trabajaba por las tardes como secretaria en unaoficina de abogados. Su sobrina se encargó mucho tiempo decuidarle a su hijo, pero por alguna cosa que nunca supe, nosiguió. Yo llegaba, le recibía a Alexander, le hacía el teteroy el almuerzo, lavaba la loza y arreglaba la casa. A mí meencantaba cuidar a Alexander. Apenas tenía 2 añitos. Eratodo chiquito; todo lindo y tierno. Lo que no me gustabaera cuando se ponía a llorar sin que yo lo pudiera calmar.Me desesperaba porque no sabía qué hacer. Menos mal esono pasaba mucho porque casi siempre era juicioso. Tambiénhabía otra cosa que no me gustaba mucho, que era cambiarlelos pañales. Pero bueno, pobrecito no tenía la culpa. Yole cogí cariño muy rápido; él era como el hermanito quesiempre quise tener.Hacer el oficio de la casa como barrer o limpiar no meimportaba. Creo que la costumbre de hacer oficio en micasa hizo que no me pareciera terrible. De pronto es poresa misma razón que me pareció mejor ganarme unos pesosasí, en vez de irme a reciclar con Alberto. Además meamañé rápido con Doña Fabiola porque ella era muy buenaconmigo. Me daba ropa buena para traer a la casa y algode mercadito. Siempre me trató con respeto y cariño. Mepagaba todos los viernes los $15.0001que me daba por lasemana. No es que fuera un montón de plata, pero yo sabíaque doña Fabiola no podía pagarme más. Igual, me ganabamás que en el reciclaje. De lo que me sacaba en la semanayo ahorraba una parte para los exámenes de mi mamá y otraparte para las cosas del colegio.Ir al colegio y trabajar no fue fácil porque como ya no teníalas tardes libres, no tenía tiempo para estudiar. Muchasveces traté de estudiar donde doña Fabiola pero me acuerdoque era imposible con el niño ahí. Alexander era mucharesponsabilidad y yo sabía que tenía que estar con los ojospuestos en él. Gastaba mucha energía y cuando llegaba ami casa, solo me quedaba un poquito de fuerza para hacerla comida, arreglar un poco la casa, hacer las tareas rápido ybien hechas y acostarme a ver televisión o a dormir. En todocaso yo me esforzaba por hacer siempre las tareas.Pasé un tiempo así hasta que el sueño y el cansancio memataron. Me acuerdo que me quedaba dormida en la clase1Para el momento de la publicación de este libro, la cifra equivale a 5 dólaresaproximadamente.
- 18. Leidy3434Del grano a la semilla3535de historia y que cuando me pillaba la profesora mepegaba unos regaños terribles. Me costaba mucho trabajolevantarme por las mañanas y empecé a llegar tarde alcolegio. Mis notas cayeron al piso y subieron mis faltasal colegio. Aunque el coordinador y mi amiga Tatianaintentaron ayudarme al final del año para pasar todas lasmaterias, no pude; perdí tercero de primaria.Perder el año fue triste. Se iban las esperanzas de continuarestudiando después, y me sentía como culpable. No teníasentido gastarme la poca platica que me ganaba en pagarmetercero de primaria por segunda vez, cuando yo veía a mimamá haciendo magia para pagar sus medicinas. Me sentíincapaz de seguir y a los 11 años me salí del colegio.Sus ojos pintados y de enormes pestañas retenían conansia ese par de lágrimas que parecían salir de suspárpados de un momento a otro. Contenía con fuerzael sentimiento porque no quería mirar de frente laderrota. Se había tragado todo de un solo bocado y noestaba acostumbrada a hablar de su vida personal.Las experiencias ya la habían curtido suficiente comopara hacer la vista gorda a las amarguras de su vida.La comprendí de inmediato, así que quise ausentarmeun momento para que ella adquiriera nuevamente eldominio de sus monstruos. Me levanté del butaco y lepedí que me prestara el baño para lavarme las manos.Intenté disimular a toda costa lo que sentía y veía.Ella me indicó el camino y permanecí allí tres minutos.Cuando regresé, Leidy había retocado sus ojos pintadosy ya la encontré de mejor ánimo recogiendo los platosde la mesa.La enfermedad de mi mamá resultó sin cura; aparecey desaparece de un momento a otro. No pudo volver atrabajar en casas de familia ni tampoco en el reciclaje, por loque en esos trabajos se camina bastante. Con la enfermedadde mi mamá, Alberto se consiguió otra dejándonos a mimamá y a mí solas. A mi mamá la afectó mucho la ida deAlberto. Se deprimió harto tiempo y yo me sentí en el deberde subirle el ánimo como fuera y de traerle platica a la casaya que estábamos solas. Los paisanos impidieron que mimamá se echara a la pena y la motivaron para que continuarasu vida y olvidara el pasado. Se empeñaron en que montaranjuntos un negocio de empanadas y lograron convencerla. Mimamá prepara las empanadas y ellos las venden en su tienda,entonces así nos ganamos unos pesitos. Es que tocaba que mimamá se levantara de la pena porque era imposible que yocorriera con todos los gastos de las dos.No trabajé mucho más con doña Fabiola porque despuésella se cambió de barrio. Se fue a vivir al otro extremo de laciudad y entonces era difícil seguir. Ella muy chévere merecomendó con doña Inés. Allí entré a trabajar de tiempocompleto.Doña Inés tenía un centro de estimulación temprana paraniños. Yo creo que le iba bien porque había más de 15 niños.El trabajo era pesadito. Eso me tocaba cargar colchonetas,ayudarle con la comida de todos los niños y hacer el aseo detodo el centro. Yo tenía que estar a las 6:15 de la mañanay no podía fallar ni cinco minutos porque se ponía de malgenio. Ella no era como doña Fabiola. Desde el principio medio mala espina. Todo el día detrás de mí inspeccionandoqué estaba haciendo, acosándome para hacer las cosas rápidoy regañándome por todo.Yo me sentía muy mal en ese centro; me daba rabia nopoder irme. Todo el tiempo estaba triste y cada ratico medeprimía. Mi mamá me decía que me veía rara y que menotaba cambiada desde que estaba trabajando con doña Inés.
- 19. Leidy3636Del grano a la semilla3737Yo no le decía nada, pero ella con su sexto sentido de mamáse daba cuenta. Yo creo que lo que pasaba era que la tristezase me salía por la cara. Varias veces me dijo, como quienno quiere la cosa, que dejara el trabajo y que no tenía queregresar si no quería. Lo que pasaba era que yo sabía muy enel fondo, que otra platica además de la que entraba por laventa de empanadas no venía mal. No había otra opción queseguirla con doña Inés.Madura y consciente, Leidy habla de sus decisiones y suvida laboral, como si tuviera veinte años más de los quetiene. Su largo recorrido por el mundo del trabajo juntoa la imposibilidad de salir de él, limitaba su vida hastahaber negado sus propios derechos y sentimientos. ¿Pen-saría ella lo mismo que yo?. Afuera ya se iba la lluvia yentraba la noche. Recordé que era largo el camino queme esperaba hacia mi casa y sentí entonces que ya ibasiendo hora de irme. Esperé atenta y en silencio el finalde la historia de Leidy y pensé que me gustaría volver ahablar con ella en otra ocasión.El día menos pensado llegó mi golpe de suerte. Menos malque toda cosa mala que le pasa a uno, también trae unacosa buena. Lo que me dio de bueno ese tiempo, hizo queel trabajo donde doña Inés valiera la pena después de todo.Conocí a Juan Carlos un 7 de diciembre; el día de las velitas.Ese día hubo una gran fiesta para despedir a los niños quesalían de vacaciones de fin de año. Juan Carlos fue al centro allevar unas mesas y unas sillas que se alquilaron para la fiesta.Nos conocimos y él se enamoró de mí. Me invitaba a cine,a comer y a pasear por los parques. Después de tanto coque-tearme me echó el cuento y bueno, había sido tan lindo que alfinal me cuadré con él. Eso pasó cuando yo tenía 15 años y él19. Desde el principio me ayudó mucho. Si no hubiera sidopor él, no habría podido salirme del trabajo con doña Inés.Juan Carlos me recomendó donde doña Ana, una señora queél conocía. Así fue que pude cambiarme de puesto, teniendola fortuna de dar con una mujer tan chévere como doña Ana.Ella es muy chistosa porque cuando se le mete una cosa enla cabeza no hay nadie que se la saque. Me insistió en laimportancia del estudio y como doña Ana es profesora de uncolegio, se puso a darme clases una vez a la semana, sin queyo tuviera chance de decir que no. Igual no había razonespara negarme, aunque la verdad, el estudio ya era para míalgo muy lejano. Hace años que me quedé en tercero de pri-maria y ya estoy muy grande para terminar el bachillerato ohacer la universidad.Ya llevo 2 años recibiendo clases con doña Ana y trabajandopara ella. En todo este tiempo he aprendido a dividir sinmiedo y últimamente hasta estoy pensando en terminarla primaria, ya que no pude estudiar para ser actriz detelenovelas.También logramos con mi mamá una mejor economía gra-cias a que el negocio de empanadas va bien y a que doña Aname paga mejor que en cualquier trabajo. También nos ayudaJuan Carlos, porque otra vez volvimos a ser tres en la casa.Juan Carlos se fue a vivir con nosotras y hace poco recibimosla noticia de que estoy embarazada. Aunque no esperaba sermamá a los 17 años, la noticia de tener un hijo me alegra.No sé por qué, pero yo lo presentí desde el primer momentoque quedé embarazada. Es que como que el cuerpo y el almase le ponen a uno diferentes. Yo sé que no soy muy mayory que tampoco soy la más madura de todas, pero la noticiame ha dado fuerzas para luchar y creo que puedo cargar esaresponsabilidad.Voy a trabajar con toda la esperanza de poder ahorrar unospesitos para tener la estabilidad que quiero darle a mi hijo.A mí me tocó trabajar toda la vida y aunque es cierto que,
- 20. como dice mi mamá, el trabajo no es deshonra, no quisieraque mi hijo trabaje como yo. Quiero que crezca en otramentalidad y que trabaje cuando sea grande, cuando yahaya estudiado y sepa lo que quiere ser. Menos mal no estoysola porque Juan Carlos me apoya en ese sentido. Mi mamáasí como los paisanos y doña Ana están conmigo y sé queme echarán una mano mientras crece mi hijo. Ahora meacuesto a dormir y solo deseo que ojalá se me dé el sueñode darle a mi hijo la posibilidad de jugar, estudiar y crecerlentamente.LeidyCapitulo IIIEl tronco delnaranjalElvira (40 años)38
- 21. como dice mi mamá, el trabajo no es deshonra, no quisieraque mi hijo trabaje como yo. Quiero que crezca en otramentalidad y que trabaje cuando sea grande, cuando yahaya estudiado y sepa lo que quiere ser. Menos mal no estoysola porque Juan Carlos me apoya en ese sentido. Mi mamáasí como los paisanos y doña Ana están conmigo y sé queme echarán una mano mientras crece mi hijo. Ahora meacuesto a dormir y solo deseo que ojalá se me dé el sueñode darle a mi hijo la posibilidad de jugar, estudiar y crecerlentamente.LeidyCapitulo IIIEl tronco delnaranjalElvira (40 años)38
- 22. Elvira40El Tronco del Naranjal4141A mi mamá le gusta contar historias del pasado y es por esoque ella le cuenta a todo el mundo que Suba fue el pueblomás famoso de todos los pueblos cercanos a Bogotá. Elsecreto de la fama de Suba: la morcilla con papa que vendíanlos domingos en todo el centro de la plaza. Cuentan que lagente se amontonaba y que llegaban visitantes de muchoslugares de Bogotá y de las afueras. En esa época Suba erazona de puro campo, donde vivían campesinos de ruana ysombrero que cuidaban vacas y cultivaban flores y papa. Mecuentan que una vez al año celebraban el día del campesino,con una pachanga llena de música, baile y aguardiente.Pasó el tiempo y Suba dejó de ser lo que era antes. La ciudadle hizo perder su vida de pueblo y todo cambió. Los edificiosy centros comerciales desaparecieron los cultivos de papa yde flores, y la gloría de la morcilla se volvió una historia másde mi mamá.Cuando pienso en el pasado me doy cuenta que mis papásresintieron mucho el pasar diario de todo ese tiempo quecambió nuestra vida por completo. Mis hermanos y yonos acomodamos mejor que mis papás; finalmente éramosjóvenes y estábamos más abiertos al cambio. Pero mis papásnunca dejaron de pensar en los viejos tiempos. La frase desiempre de mi papá es ésa que dice: todo tiempo pasado fuemejor.Era temprano y ningún ruido se entrometía en laconversación entre Elvira y yo. La cafetería estabaprácticamente vacía. Llamamos a la mesera y pedimosdos jugos. Elvira pidió uno de naranja y me aconsejóseguir su elección. Me habló un rato de los poderescurativos y energéticos del jugo de naranja en las ma-ñanas, así que hice caso a su sugerencia. La meserase dirigió a la barra y fue en ese momento que vi a losdos viejos que estaban allí leyendo el periódico. Elviratambién reparó en ellos y los miró con tanta insistenciaque creí que de un momento a otro se iba a levantar apreguntarles si opinaban lo mismo que su papá. Ella erade ese estilo de mujer que parecía no darle pena nada.En todo caso lo que imaginaba era una ridiculez queElvira no hubiese hecho, así que yo me reí por dentro demis locuras y Elvira siguió hablando.En el tiempo de mis papás, ellos se dedicaron al cultivo deflores. Me acuerdo mucho de las azucenas y las magnolias;todavía son mis flores preferidas. Aunque mis papás notenían algo muy grande, tenían una producción mediobuena. Tampoco se puede decir que mis papás tuvieran plata,pero valga la verdad, nunca nos faltó nada. Mis hermanosy yo trabajábamos en el cultivo por temporadas, sobretodopara las épocas de cortado. A mí me gustaba y lo hacía congusto.Cuando terminábamos el día mi papá me daba plata para ir ala tienda de don Genaro a comprar dulces de mora y galletasde arequipe; me gastaba toda la plata en eso. Mis hermanosque ya eran más grandes no compraban dulces conmigo,sino que se guardaban la plata para invitar a sus novias a saliry así poderles coger la mano.A mí me gustaba pasar la tarde en el invernadero tocandola tierra, regando las flores y oliendo las magnolias. Pasabadías enteros metida en el cultivo, desde bien temprano porla mañanita, hasta bien entrada la tarde. Dejé de ir tantocuando entré al colegio porque ahí si me tocaba ponerme aestudiar y hacer las tareas o si no, mi mamá me regañaba.Mis hermanos me llevaban 9 y 10 años de diferencia porlo que ya iban bien adelantados en los estudios. Siemprehabían sido muy aplicados, así que yo debía ser como ellosy portarme de lo mejor. Con todo y las buenas intenciones,
- 23. Elvira42El Tronco del Naranjal4343tengo que confesar que en el colegio no fui la mejor estudiantede todas y que hasta perdí segundo de bachillerato. Peroafortunadamente, con todo y los trancazos, acabé el colegio.El día que recibí el grado de bachiller mi hermano mayor secasó. Él ya era un técnico en sistemas y trabajaba para unaempresa que le ofrecía un empleo estable. Mi otro hermanole siguió el ejemplo al mayor y al poco tiempo tambiénformalizó su compromiso con su novia. Yo me quedé con mispapás cuidando de ellos y de lo poco que les quedaba de loscultivos de flores.Mis papás ya venían cansados del negocio de las flores y nopasó mucho tiempo para que llegara el día en que vendieran suúltima parcela de tierra con la casa y todo. Una constructoraque apareció de la nada les hizo una buena oferta y ellosdespués de mucho pensarlo, lo aceptaron. El día que mi papáfirmó la venta del terreno cambió nuestra vida de cultivos deflores y empezó una vida de ciudad.Desde el primer día que vi a Elvira reconocí en sus deli-cadas facciones la hermosa herencia campesina, a pesarde su apariencia de mujer citadina. Es una mujer atrac-tiva. De baja estatura pero de una encantadora bellezamuy propia al altiplano cundiboyacense. Me llamaba laatención lo compuesta que estaba hoy: el color rojo de suvestido, sus adornos de buen gusto, el maquillaje verdecomo sus ojos y las cejas depiladas con esmero. Siemprese expresa con mucha propiedad al hablar y se percibe delejos que le seduce la vida contemporánea.Conseguimos un apartamento bueno en un barrio cercanollamado la Gaitana, donde todavía vivo. A mí me encantódesde el principio. Yo era la más entusiasmada con laidea de vivir en apartamento, con todo último modelo ycocina integral. Claro que no era tan grande como nuestracasa de antes, pero igual nunca tuvimos problemas paraacomodarnos. Mis papás habían conseguido con la ventadel terreno asegurar un dinerito para su vejez, pero con elarriendo y el encarecimiento de la vida, se sabía que no iba aaguantar mucho si yo no les echaba una mano. Además yo yaestaba grande para trabajar y responder, al menos por mí.A los 19 años empecé a trabajar en una fábrica de licor,estampillando botellas. Allá trabajaba todo el día. Conocía Sandra, la secretaria de la fábrica. Desde el principio noscaímos muy bien y nos hicimos amigas. Ella me parecía todaelegante, importante y ejecutiva. Yo veía lo que ella hacíaen su trabajo y me gustaba, quería ser así. Fue entoncescuando ella me animó a pasar por el Sena para matricularmea secretariado y empecé a estudiar por las noches. Sandra ymis hermanos me ayudaron a estudiar. Me concentré en esoy con lo que ganaba en la fábrica más lo que me daban mispapás, lograba sostenerme en el estudio.Terminé mi carrera técnica y logré ser una ejecutivaelegante como Sandra. Trabajé de secretaria más de 15 añospara una empresa toda importante. Allí conocí a uno delos conductores de los jefes de la empresa y después de unnoviazgo de 1 año y 4 meses me casé con él. No quería dejara mis papás solos, así que mi esposo y yo decidimos vivir enel apartamento con ellos.Tuvimos dos niños y después la niña; igualito que mis papás.Mientras mi marido y yo estuvimos dentro de la empresalos niños tuvieron todo asegurado. Tuvieron su colegio, suseguro de salud y hasta los llevamos dos veces a la sede quetenía la empresa en Melgar, para que estuviéramos en unsitio con piscina y todo. Ellos pasaban felices porque habíaun tobogán grandote y se la pasaban jugando todo el día.A mis hijos nada les faltó. Además, yo siempre los consentímucho de pequeños y cuando me pagaban mi quincena erasagrado que yo salía y les compraba algo: que las onces, que
- 24. Elvira44El Tronco del Naranjal4545un juguetico, que unas medias; lo que ellos necesitaran.Los domingos los llevábamos a comer fritanga o a paseara un parque. En todo eso de mis hijos también fue muyimportante el apoyo de mis papás, porque valga la verdad,ellos siempre nos ayudaron a cuidarlos y atenderlos. Todavíame cuidan a Rocío y esa es una razón de peso por la quesiempre me ha parecido bueno vivir con ellos.Elvira no disimula su orgullo y regocijo por tener lafortuna de poder recordar buenos tiempos y de contarincondicionalmente con sus padres. Su cara se llena desonrisa y sus ojos se abren como un par de lamparones.Reconozco su ventura, la unidad de su familia y la pros-peridad que en muchos momentos la ha acompañado.Finalmente, no todo es romperse el pescuezo trabajandoy Elvira ha tenido la oportunidad de saberlo.Un buen día recibí un comunicado de la empresa dondetrabajaba de secretaria, en el que nos citaban a varios delos trabajadores a una reunión extraordinaria. Era una listainmensa donde aparecía mi nombre y el de mi marido. Unavez allí la gritería fue estupenda cuando el vicepresidentenos dijo de la decisión de quitar 300 empleos para bajargastos. Nosotros armamos la protesta en pocas horas; no nosíbamos a dejar botar así como así. Pero después de toda laalharaca, no hubo nadita que lograra echar atrás la decisióndel tonto ese del vice y nos tocó resignarnos a terminar laspataletas de ahogado.Mi marido entró a la construcción y yo después de muchobuscar empleo como secretaria, me resigné a trabajar enmensajería. No era lo mismo que mi puesto de antes, perohabía que conformarse así ganara menos y fuera un pasoatrás en mi lucha por salir adelante como ejecutiva. Comodicen por ahí: algo es algo y peor es nada.Como todo pasó en el momento en que mis papás ya estabanviejos y ya contaban con los dedos de una mano los pocospesos que les quedaban, no pude pedirles ayuda y no tuveotra opción que hablar con los muchachos. John tenía 16años y Fredy tenía 15; ya eran jóvenes y ya iba siendo horade que colaboraran con los gastos de su colegio y de la casa.Mi marido y yo no podíamos solos y todavía quedaba porsacar adelante a Rocío que tenía 10 años.La situación no era como para quejarse, pero entre loque ganábamos mi esposo, los dos muchachos y yo, noalcanzábamos a pagarle los estudios a Rocío. Yo queríaque siguiera estudiando y ella también quería. Fue en esemomento cuando se pensó en que fuera a colaborarle a unaprima mía que se ofreció a ayudarnos cuando le comenté lasituación. Ella todavía trabaja para una empresa del gobiernoy su marido es contador; los dos ganan buena platica.Mi prima Claudia acababa de tener su segundo hijo. Yase había acabado su permiso de maternidad y tenía queregresar al trabajo. El marido solo podía cuidar a los niñospor la mañana, pero no podía estar con ellos por las tardes.Ahí fue que pensamos en la idea de que Rocío fuera a su casatodas las tardes después del colegio.Elvira toma el último sorbo de su jugo de naranja y lamesera que ya venía acercándose a nosotras con el trap-ero en mano, se acerca a pedirnos el favor de que levan-temos los pies del suelo para que pueda limpiar debajode la mesa. Elvira y yo nos miramos en silencio con laspiernas en el aire, esperando a que la mesera abandonelo más pronto posible nuestro espacio. La mesera ter-mina la limpieza, levanta los dos vasos ya vacíos, pasaun trapo por la mesa y se va. Yo miro a Elvira y con ungesto le pido que continúe.
- 25. Elvira46El Tronco del Naranjal4747Yo me achicopalé un poquito de que Rocío tuviera que ir atrabajar desde tan pequeña, pero no había nada más que hacersi queríamos que siguiera en el estudio. Se venía el principiode año y había que comprarle los libros, los cuadernos, eluniforme y todas esas cosas que les piden empezando el año.Me parecía bueno pensar que íbamos a poder pagar todasesas cosas y que el trabajo era con mi prima, así que yo podíaestar tranquila de que Rocío no estaba frente a grandesriesgos de nada.Cuando mi prima me dijo lo que podía pagarle a Rocíome sentí un poco triste. Es que ella siempre ha sido comotacañita. Nos iba a tocar ahorrar toda la platica que se ganaraRocío los tres primeros meses, para cubrir los gastos delcolegio. Igual yo le comenté a Rocío y ella aceptó. A mi seme partía el alma, pero también era cierto que necesitábamosla plata aunque fuera poquita.Rocío entró a trabajar con mi prima Claudia cuandoempezaba quinto de primaria. De lunes a viernes salíabien temprano a estudiar, terminaba las clases a mediodía,almorzaba en el colegio y cogía una buseta que al raticola dejaba donde mi prima. Su trabajo era, en lo principal,cuidar los niños, hacerles la comida, cambiarles el pañal yestar pendiente de ellos.Ese año yo la vi como triste y cansada. Es que ahora medoy cuenta de que a Rocío le costó mucho adaptarse atrabajar donde mi prima. Pues yo me daba cuenta queno le gustaba trabajar, pero tampoco entendía por qué sesentía tan mal. Para rematar se me descuidó bastante en elestudio. Bajó su rendimiento escolar y para mitad de añome iba perdiendo tres materias. Yo hablé con ella y le dijeque eso no podía ser. Hasta que no me recuperara esas tresmaterias no podía jugar con el hijo de la vecina, que porcierto ya me la traía bien distraída y no podía ver televisión.Tenía que dedicarse a estudiar fuertemente en las horas queno estuviera en el colegio o trabajando.John y Fredy le ayudaron bastante. Menos mal mis doshijos salieron bien inteligentes. Gracias a ellos le fue mejor.Menos mal, porque de lo contrario, hubiera sido aterradorque mi Rocío perdiera quinto.Y realmente estoy segura de que si Rocío hubiera tenidoque repetir quinto, Elvira hubiera vivido ese suceso comoalgo aterrador. En otras ocasiones en las que habíamoscompartido otros temas, me había dado cuenta que paraElvira, la educación era el camino recto de la vida y elque brindaba las claves para superarse en el futuro.Rocío terminó la primaria y yo quería que continuara elbachillerato. Cuando fui a inscribirla me enteré de que elcolegio no tenía bachillerato en la jornada de la mañana. Siahora le tocaba asistir en la jornada de la tarde tendría quedejar el trabajo donde mi prima Claudia y se subirían losgastos para mi esposo y para mí.Le dije a la directora que me diera dos días para pensarloy me fui a hablar con mis papás y mi esposo. La situacióneconómica no había mejorado en la casa. Mi esposo seguíatrabajando en la construcción y ese sector con el paso de losaños iba de mal en peor. Mis papás no podían ayudar conlos gastos de la casa, aunque ellos nos quitaban un gran pesode encima porque nos pagaban la mitad de la hipoteca delapartamento. En todo caso, al principio no hubo muchasideas para conseguir de otra forma la platica que se ganabaRocío. Mis papás se sentían como incapaces por no poderayudarnos y mi esposo, aunque diga que no, se resignaba aque la sacáramos del colegio por un tiempo.Es que mi esposo siempre ha sido muy dormido y a vecestiene unas ideas que no coordinan con las mías. Él es muy
- 26. Elvira48El Tronco del Naranjal4949descomplicado y tranquilo. No piensa en el futuro o en elpresente, sino que espera pacientemente a que las cosas sevayan dando. Si hubo, hubo, y si no, listo, ningún problema.Debo admitir que en esa parte tengo un problema con él,porque me da rabia que no sea una persona emprendedora,de espíritu, de ésas que sueñan con comprar una casa, hacerun negocio.Él no piensa que más adelante los hijos van creciendo yque hay que ir pensando en su universidad; no, él no veeso. Cuando soy consciente de eso me siento desprotegiday sin apoyo frente a esa responsabilidad de saber que loshijos crecen y que sería bueno hacer un ahorro o buscaralternativas. No sé por qué no pensé en esto cuando éramosnovios porque, valga la verdad, él siempre fue muy dado ala vida fácil.No me resigné ante la situación y decidí inventarme algopara poder sacar a Rocío del trabajo y dejarla en el colegio.Tenía que conseguir la forma de ganarme esa platica queRocío se ganaba. Le comenté mi problema a Sandra, mivieja y buena amiga, y me sugirió que empezara a vendermercancía; un negocio en el que ella había entrado hace pocoy en el que parecía irle como bien. Me arriesgué a hacerlo ymatriculé a Rocío en primero de bachillerato con una plataque me prestó Sandra. Yo me lancé al ruedo porque comodice el dicho: el que no arriesga un huevo, no saca un pollo.A ella le gustaba decir refranes tal y como lo acostum-braba su papá. Su boca se llenaba de orgullo y valentíaal pronunciar sus últimas palabras. Y es que no erapara menos su sentido de lucha inquebrantable y suvoluntad firme como un tronco. Ella sabía de su logroy se sentía segura de sí misma y de su verdad. Siemprehabía sentido su inconformismo y rabia ante la genteinmóvil; ante ésos que se quedan quietos viendo que lavida pasa. Ésos que no llevan la vida por sí mismos, sinoque la vida los lleva a ellos.Con mi pinta de ejecutiva y bien maquilladita volví a lasoficinas, donde empecé a ofrecer con una sonrisa de modelo,artículos finos como perfumes, jabones, joyas en fantasía,pañoletas y bolsitos de cuero. Lo combiné con la mensajeríay todo me resultó mejor de lo que esperaba. Empecé a ga-narme mi platica extra y le demostré a mi esposo que sí eraposible mantener a Rocío en el colegio. Bueno, yo tambiéntengo que decir que aprendí mi lección, porque me di cuentade que verdaderamente, nunca hubo una razón económicade peso para que Rocío trabajara. Yo como su mamá, pudesolucionar lo que me tocaba.Empecé con un ahorro base porque sé que mi deber comomamá es luchar por darles los estudios a mis hijos. Quisieraque mi ahorro se hiciera muy grande y así poder darles parala Universidad o así sea para una carrera técnica.Pienso en mi vida y veo que por lo menos yo estudié enun Sena y yo sé mi profesión. Que mis papás nos dieron elestudio a todos nosotros. Entonces, en esa parte del estudioespero que mi Dios me dé siempre la forma de poder ahorrarpara darles estudio superior a los tres. Además siemprehan estado dispuestos a ayudarse y los dos muchachos yacombinan perfectamente bien, el trabajo con el estudio. Yacuando Rocío esté más grandecita, pues ahí si que se ayude,pero primero lo primero.Como mi marido y yo trabajamos todo el día fuera de la casa,mis papás me ayudan con el cuidado de Rocío en su tiempolibre. Es que a mí me preocupa saber en qué anda la niñay por eso me interesa mantenerla ocupada cuando no estáen el colegio, en vez de que se ponga a salir por ahí con lasamigas.
- 27. Elvira50Me ha ido bien con la venta de mercancía y con eso pudemeter a Rocío a estudiar karate en el parque de la amistad.Estudia de 7 a 9 de la noche. Es una manera de tenerlaocupadita en algo bueno y de que no esté pensando encallejiar. Igual es un esfuerzo porque me toca darle $20001diarios para los buses. Las clases son tres días a la semana:lunes, miércoles y viernes. Como ella estudia por la tarde,llega del colegio, se va para la academia, llega a la casa, comey se acuesta a dormir.Por las mañanas ella se levanta, hace el aseo de la cocina ylava loza, aunque valga la verdad, hay que decir que a Rocióno le gusta mucho lavar loza ni meterse a la cocina. Despuéshace sus tareas y se va para el colegio. Entonces logro tenera Rocío ocupada en algo que le enseñe cosas buenas para lavida.A mí me gustaría que Rocío tuviera algo recreativo para hacerlos sábados. Había pensado meterla en Coldeportes, sino quetodavía me queda difícil por la plata. En todo caso ella y misdos muchachos saben que yo siempre estoy pendiente de susestudios y de todas sus cosas, porque mientras pueda, yo voya ayudarles en todo.La mesera se acerca y nos pide el favor de que aban-donemos la mesa porque ya es la hora de arreglar todopara el almuerzo. Elvira observa su reloj de mano ymenciona que se tiene que marchar a una cita que tieneen una empresa para vender sus mercancías. Conservaesa sonrisa que ha mantenido en todo nuestro encuentroy veo brillar en sus ojos verdes, la certeza de sentirse comouna madre que ha elegido lo correcto para sus hijos y quevela por sus sueños. Nos despedimos con afecto y cadacual coge su camino.1Para el momento de publicación de este libro, la cifra equivale a 65 centavos dedólar aproximadamente.Capitulo IVCastillos de ron conpasasRocio (12 años)
- 28. Elvira50Me ha ido bien con la venta de mercancía y con eso pudemeter a Rocío a estudiar karate en el parque de la amistad.Estudia de 7 a 9 de la noche. Es una manera de tenerlaocupadita en algo bueno y de que no esté pensando encallejiar. Igual es un esfuerzo porque me toca darle $20001diarios para los buses. Las clases son tres días a la semana:lunes, miércoles y viernes. Como ella estudia por la tarde,llega del colegio, se va para la academia, llega a la casa, comey se acuesta a dormir.Por las mañanas ella se levanta, hace el aseo de la cocina ylava loza, aunque valga la verdad, hay que decir que a Rocióno le gusta mucho lavar loza ni meterse a la cocina. Despuéshace sus tareas y se va para el colegio. Entonces logro tenera Rocío ocupada en algo que le enseñe cosas buenas para lavida.A mí me gustaría que Rocío tuviera algo recreativo para hacerlos sábados. Había pensado meterla en Coldeportes, sino quetodavía me queda difícil por la plata. En todo caso ella y misdos muchachos saben que yo siempre estoy pendiente de susestudios y de todas sus cosas, porque mientras pueda, yo voya ayudarles en todo.La mesera se acerca y nos pide el favor de que aban-donemos la mesa porque ya es la hora de arreglar todopara el almuerzo. Elvira observa su reloj de mano ymenciona que se tiene que marchar a una cita que tieneen una empresa para vender sus mercancías. Conservaesa sonrisa que ha mantenido en todo nuestro encuentroy veo brillar en sus ojos verdes, la certeza de sentirse comouna madre que ha elegido lo correcto para sus hijos y quevela por sus sueños. Nos despedimos con afecto y cadacual coge su camino.1Para el momento de publicación de este libro, la cifra equivale a 65 centavos dedólar aproximadamente.Capitulo IVCastillos de ron conpasasRocio (12 años)
- 29. Rocío52Castillo de Ron con Pasasl5353EstamuñecaquetengoaquísellamaMartayesmiconsentida.Me la regalaron mis abuelos en una Navidad. Yo quieromucho a mis abuelos. Todos los viernes nos llevan a mí y amis dos hermanos de paseo por el barrio. Nos llevan a algúnparque, a hacer mercado cuando mi mamá está muy ocupaday no puede ir, o a un centro comercial a ver vitrinas. A míese último plan me encanta porque me fascina ver juguetesy muñecos. En todo caso, vayamos donde vayamos, siemprenos llevan a comer helado y eso es lo más chévere de todo. Yosiempre pido mi preferido: ron con pasas. Mi hermano Johnsiempre me dice que por qué no pruebo otros sabores y hastapeliamos, pero yo ni lo pienso. Me quedo toda la vida con elde ron con pasas. Mis abuelos son muy lindos con nosotros.Yo los quiero mucho porque siempre están muy pendientesde mí y me consienten mucho.Yo vivo con mis abuelos, mis dos hermanos y mis papás. Mihermano mayor, se llama John y tiene 18 años. El que siguees Fredy que tiene 17. Cuando yo era más chiquita John meconsentía mucho. Me hacía dibujos muy bonitos y jugábamosal gato y al ratón. Ya cuando crecí más, las cosas cambiarony empezamos fue a tener problemas. Se une con Fredy paramolestarme y sacarme el mal genio. Ahora peliamos cadaratico. A veces nos agarramos y mi mamá se da cuenta,entonces ella se pone furiosa con nosotros. Es por lo único porlo que peleo con ella. Lo que pasa es que yo no lo puedo evitarporque mis hermanos me gritan y a veces me la montanmucho, entonces yo me pongo muy brava y me pegan. Es queyo creo que igual que mis hermanos, hay otros niños muypatanes. Hay un niño en mi colegio que el otro día me dio unpuño así no más, sin yo haber hecho nada. ¡Me dio una rabia!.Por eso es que yo si preferiría no tener hermanos hombres,sino más bien haber tenido hermanitas. Eso sí me hubieragustado. Es que las niñas son más delicaditas y tiernas.Mi papá es recochero, cariñoso, tranquilo y de buen genio.Casi nunca nos regaña. Él dice que eso se lo deja a mi mamáporque ella sabe cuándo necesitamos un jalón de orejas. Engeneral, mi papá no se mete mucho con lo que nos pasa,porque la que se ocupa de todo lo de mis hermanos y yo, esmi mamá. Mi mamá es toda bonita y elegante. Es la másvanidosa del mundo. A mí me hubiera gustado parecermea ella porque de verdad que es muy bonita. Ella tiene unosojos verdes muy lindos y como es toda creída se los maquillabien chévere. Nunca se le ve fea o desarreglada. Mi mamátambién es cariñosa y recochera, aunque mi papá es másfresco y descomplicado. Mi mamá me regaña a veces cuandono hago las tareas o cuando peleo con mis hermanos, perode resto me llevo bien con ella. Además, para que, pero mimamá nos ha dado mucho gusto. Desde chiquita mi mamáme traía regalitos y me sacaba mucho a la calle y de paseo.Algo que nunca se me olvida fue cuando fuimos todos aMelgar. Es un sitio de tierra caliente al que uno llega por lacarretera de la nariz del diablo; una roca gigante que está decamino y uno cree que se le va a caer encima. ¡Más chévere!.Lastima que no pudimos volver porque esos dos paseos quenos hicimos allá fueron una machera. El sitio donde nosquedábamos era todo bonito, grande y elegante, y ademásvendían unos helados de ron con pasas de chuparse losdedos. Había un parque para niños con columpios, rodadero,balanza, pasamanos, caballitos locos y lo más bonito: unpalacio de princesita al que uno podía entrar y todo. Eradivino. También había una piscina grande con un tobogánrojo en el que recochábamos mucho con mis hermanos. Claroque como ellos siempre jugaban muy brusco, yo preferíairme con las otras niñas al palacio de la princesita.Aunque no conocía mucho a Rocío, con las veces que lahabía visto ya me había hecho una idea muy precisa de suformadeserycreoquenomeequivocabaenmissensaciones.
- 30. Rocío54Castillo de Ron con Pasasl5555En el pasado, su madre me habló varias veces de ella, eincluso, sé muchos secretos de familia que ni la mismaRocío, hoy frente a mí, imagina que yo sepa. Siempre fuedescrita como una niña de un temperamento muy fuerte,inteligente, inquieta y extrovertida. Muy juguetona yalegre, aunque un poco malgeniada con los hermanos.Rocío era tal y como la describían. Desde el primer díaque la conocí me pareció muy alegre y familiar. Era unaniña bonita a pesar de que no tuviera los ojos verdes comosu mamá. Tenía un gesto muy vivo y amplia sonrisa.Una sonrisa inocente y protegida por el calor del hogar.Una sonrisa que tiene consigo el palacio de la princesitay el mundo de fantasía del que ha hecho parte.Yo estudio en el Centro Educativo Distrital La Chucua deSuba. Allí empecé desde primero de primaria y ahora estoyterminando primero de bachillerato, o sea que siemprehe estado en el mismo colegio. A mí me gusta mi colegioporque aprendo muchas cosas, no solo de las materias, sinoque también de los demás. Me parece muy chévere que hayaactividades para hacer como bastekbol o cosas de lúdica.Ahora por ejemplo, algunas niñas del curso estamospreparando un baile para presentar en la izada de bandera.Andamos ensayando todos los días, consiguiendo losdisfraces y haciendo los adornos para el escenario. Todasestamos muy contentas con eso y nos gastamos todo el recreoencerradas en el salón múltiple ensayando los pasos. Miamiga Adriana es muy descordinada. ¡A mí me da un pesar!.Nos tocará ensayar mucho. Claro que el problema es que losniños se ponen a espiarnos y nos dañan todo el ensayo. Elque nos dirige y nos impulsó es Jaime, el celador del colegio.Es que Jaime es más chévere!. Él siempre se mete en todolo del colegio. Que el concurso de la bandera del colegio yJaime está de primeras, que el diseño del uniforme delequipo de fútbol y Jaime está de primeras, que apoyar a losestudiantes y Jaime está siempre de primeras. Yo creo quetodos los profesores deberían ser como Jaime. Es chistosoque él le ponga más interés a nuestras cosas que algunos delos profesores que tengo.Hay materias que me parecen super aburridas. Españoly matemáticas son las que menos me gustan. Es que lasprofesoras no me caen bien. La profesora Nidia, la dematemáticas, es una bruja. Nos regaña todo el día y vive demal genio. Nos grita y nos dice groserías. La de español, laprofesora Blanca, es una viejita toda lenta y cansona. Se leolvidan las cosas más bobas y le ponemos letreros en la espaldasin que se de cuenta. A mis amigas y a mí nos da mucha risa.¡Somos atacadas de la risa!. Se la montamos mucho y elladespués nos raja. El año pasado tuve muchos problemas conesas dos profesoras y casi pierdo el año. Claro que tambiénfue mi culpa porque yo dejé de estudiar mucho. Menos malel próximo año me toca con otros profesores y solo me tocaesperar a que se acabe bien este año. Es que yo creo que a míy a mis amigas ya nos tienen entre ojos. La materia que másme gusta es ciencias. Me parece muy chévere aprender delos animales y del cuerpo humano. Además la profe Elisa esmuy linda y siempre saca la cara por mí cuando mi mamá vaal colegio a la entrega de notas. Ella es así como Jaime.Del colegio también me gusta que hay árboles y pasto parasentarse. Lo malo es que a estas zonas no se puede ir muchoporque los ladrones se saltan la reja y se meten al colegio.Es peligroso. Dicen que se meten a robar, a fumar o a metermarihuana. Es mejor no acercarse mucho. Un día que fuimoscon mis amigas de pura curiosidad vimos una niña que teníaun polvo así chupando y yo me asusté mucho. Yo le conté ami mamá y ella me prohibió que volviera por allá. Me dijoque no se me olvidara que la curiosidad mató al gato.
- 31. Rocío56Castillo de Ron con Pasasl5757Una vez Rocío terminó estas palabras, me reí al darmecuenta del fuerte legado que tiene de su familia en el usode dichos populares. Haciendo uso de los mismos: lo quese hereda, no se hurta. Estoy segura que el refrán delgato no se le olvidará, así como muchos otros que habráncaído de pronto a su vida. Yo escuchaba con atención to-das las historias de Rocío en su colegio y mi vida echabaatrás como en un túnel. Recordaba con ella. Reiterabami sensación de su sonrisa inocente y de lo afortunadaque era por la posibilidad de llenar su tiempo de juegosy días de colegio. Los abuelos de Rocío tomaban la siestamientras hablábamos y los ronquidos de su abuelo ya seescuchaban hasta el comedor. Yo los conocía poco y nosabía que don Gustavo roncaba. Miré a Rocío y ante laevidencia del ronquido no hubo más que reírse. Rocío seausentó un momento para cerrar la puerta del cuartodonde dormían los abuelos y cuando volvió al comedortraía una grabadora para poner música. Sintonizó abajo volumen música pop de los ochenta y continuamosnuestra conversación.Hace dos años todo cambió en la casa de un momento aotro porque mis papás se quedaron sin trabajo. Mi mamádecía que estábamos pasando una mala racha, y yo sicreo porque en esos días todo fue diferente. Un día queestábamos comiendo mi mamá nos dijo que la situaciónestaba muy dura y que si queríamos seguir estudiandonos iba a tocar ayudarnos un poco y apretarnos elcinturón. Les pidió a mis hermanos que se consiguieranun trabajo que pudieran hacer sin dejar el estudio y a míme dijo que yo iría a ayudarle a su prima Claudia por lastardes después del colegio. Mi papá estuvo de acuerdocon mi mamá y como siempre, la apoyó en todas susdecisiones.A mí me daba mucha pereza ir a trabajar donde la primade mi mamá pero yo nunca me atreví a decir nada. Todosteníamos que ayudar para que cambiara la situación en laque estábamos. Al fin de cuentas mis papás no tenían laculpa de lo que pasaba. Había que apoyar a mis papás, asíme cayera gorda la prima de mi mamá. Se llama Claudia yes prima segunda de mi mamá. Toda la vida me cayó malporque es toda estirada y se cree de mejor familia. Como lafamilia de ella siempre ha tenido más plata que nosotros,Claudia nos mira por encima del hombro. Mi hermano Fredyle hacía chistes a mi mamá de eso, pero ella decía que eraexageración y nunca lo aceptó. Yo siempre sentí lo mismoque Fredy y todo lo comprobé cuando trabajé en su casa.Entré a trabajar donde mi tía Claudia cuando tenía 10 años.Allí duré un año, yendo de lunes a viernes de 2 p.m. a 7 p.m.Salía del colegio directamente para allá. Para irme hasta sucasa que quedaba en el Quirigua agarraba una buseta quepasaba por enfrente del colegio. El camino no era ni muylargo ni muy corto, así que varias veces me quedé dormidadel cansancio y cuando me despertaba ya me había pasado;me daba mucha rabia tener que bajarme y devolverme enotra buseta. A veces llegaba tarde por quedarme jugando enel colegio o hablando con mis amigas. Lo que pasaba era queme hacía falta tiempo para jugar. Ella se ponía bravísimaporque se retrasaba para irse a su trabajo. Yo la encontrabafuriosa y empezaba a decirme una cantidad de groserías. Yoodio las groserías y por eso lo que menos me gustaba de ellaera que fuera grosera.Lo que yo tenía que hacer en su casa era cuidar a los dos niñosy hacer el oficio. Nunca me ha gustado hacer el oficio. En micasa me he salvado mucho de eso porque mi abuela me consi-ente harto y a escondidas de mi mamá me ayuda. Es que a míme parece aburrido eso de lavar los platos, limpiar y cocinar.
- 32. Rocío58Castillo de Ron con Pasasl5959Donde mi tía me tocó defenderme como pudiera. Comorecién empezaba a trabajar, una tarde me pegué un quemóncon una paila llena de aceite que me hizo ver estrellas. Meacuerdo y la mano me vuelve a doler. Es que todo eso fueduro para mí. Ahora, pues ya me defiendo más en la cocina.En todo caso sigue sin gustarme.Uno de los niños de mi tía, Andrés, era chiquitico. Teníatres meses apenas. Había que darle el tetero, sacarle losgases y cambiarle los pañales. Me daba asco hacerle eso. Élera bonito, aunque en realidad no es que me gusten mucholos niños. El otro si me caía mal. Miguel era todo inquietoy desesperante. Me sacaba el mal genio cada nada. Tenía 2años y todo lo cogía y lo rompía. Había que estar detrás de él.Como Andrés dormía la mayor parte del tiempo, yo ponía aMiguel a que viéramos televisión y así lo mantenía tranquiloun rato. Veíamos los Simpson, Plaza Sésamo y Goku. Otrasveces me ponía a molestarlo hasta que se desesperara y sepusiera bravo conmigo. Entonces se encerraba en su cuarto yme dejaba tranquila.Yo prefería estar sola con los dos niños que con mi tíaClaudia y su esposo. Casi siempre alguno de los dos llegabamás temprano del trabajo y yo sufría porque a mí no megustaba estar ni un ratico con ellos. Es que yo sentía queme miraban mal por ser pobre. Eran todos picados y mehumillaban. No me trataban como una familiar de ellos.Todo lo contrario; me trataban como un extraño y cadaque podían me regañaban con groserías y todo. Me acuerdomucho que cuando era festivo traían el almuerzo de afuera.Compraban hamburguesas, papas fritas y helados paratodos. A mí se me iban los ojos con todas esas cosas ricas decomer, pero yo no podía probar nada de eso. Compraban solopara ellos y a mí me decían que me fritara un huevo paraque comiera con arroz. Yo salía con las tripas revueltas y conla boca aguada por las ganas de comerme una hamburguesacon papas y un helado, que si se podía de ron con pasas, puesmucho mejor.Sonó el teléfono y Rocío se levantó rápido a contestarantes de que el ruido enturbiara el sueño de los abuelos.La llamada era para ella. Me pareció que era una gratasorpresa porque eso le devolvió la sonrisa a su cara. Lallamada era una buena y oportuna interrupción. Rocíohablaba con su amiga, mientras yo pensaba en lo pococonsolador que había sido el trabajo para ella. Me habíacontado su secreto. Ese secreto que no sabe nadie de sucasa. Ese secreto que guardaba para proteger a su madrey su familia, pero con el que se expuso a sí misma a unmaltrato callado. Era paradójico enterarme de su se-creto. Por más esfuerzos de su madre para mantenerlaen un palacio de cristal, Rocío no se pudo salvar de laindolencia de su propia tía. Por fortuna, eso no la de-spojó de esa sonrisa con la que se despide de su amiga. Seacerca nuevamente a sentarse a la mesa del comedor, ypreguntándose a sí misma en qué habíamos quedado ennuestra charla, lo recuerda y sigue hablando.Ese mismo año que trabajaba donde mi tía Claudia estabahaciendo quinto de primaria. Tuve problemas en el colegio ypara final de año me tocó estudiar como una boba para poderpasar el año. Es que lo que pasó fue que me descuidé muchohasta mitad de año por andar trabajando y recochando con lasamigas en las horas de clase. Claro, como no tenía tiempo dever a mis amigas en las tardes después del colegio, entoncesme la pasaba hablando y jugando con ellas en las clases.Mi mamá se puso brava conmigo y me encerró a estudiarcon mis hermanos. Nunca se me olvidará el regaño que mepegó y todo lo que me dijo. Me dijo que desde ya tenía queaprender que el estudio era lo más principal, porque si uno
- 33. Rocío60Castillo de Ron con Pasasl6161estudia sale adelante y puede realizar sus sueños. Que elestudio era tan importante en la vida, que merecía toda clasede sacrificios de ellos como mis papas y míos también. Mellego a decir que si no fuera por eso, yo no estaría trabajandodonde mi tía Claudia. Fueron como tres horas de regaño yvarios meses dedicados al estudio sin salir de la casa ni tenerfines de semana. Mi papá trató de suavizar los castigos de mimamá, pero no hubo nada que hacer. Es que mi mamá eramás exigente con lo del estudio que mi papá. A mi papá nole importaba tanto que a mí me fuera bien o mal. Pero enúltimas, las decisiones siempre las tomaba mi mamá y antela voz de ella no había nada que valiera. Fueron miles de díasdedicados al estudio, hasta que gracias a Dios pasé quintode primaria.Entré a primero de bachillerato y dejé de trabajar dondemi tía Claudia. El horario del colegio se me cruzaba con eltrabajo, así que mi mamá me dijo que sí había que escogerpor una de las dos, ya sabía lo que ella pensaba. Ahí sí lecreí de verdad a mi mamá lo que decía del estudio. Yo mepuse feliz de no tener que volver a donde mi tía Claudia; mellegó la buena estrella. A mí nunca me había gustado estarallá y siempre me tragué toda la rabia contra ella. Mi familianunca supo nada de las cosas que yo tuve que pasar en esacasa. Para qué decirles; yo sé que se hubieran molestado poreso y que mi mamá hubiera sufrido mucho.Menos mal mi salida del trabajo se dio así no más, porque yoestaba muy aburrida y también muy pequeña para trabajar.Además, ahora estoy estudiando y como dice mi mamá, esoes lo más importante para el día de mañana, uno saber cosas ysaber hablar. Ya cuando salga del bachillerato y esté grande,entonces ahí sí me pongo a trabajar para pagarme yo sola elestudio. Pero ahora no. Es que, por ejemplo en mi colegio,yo veo a unos niños de mi curso que los papás los mandana trabajar porque a ellos les da pereza. Entonces eso es muymalo porque los niños que van a trabajar se juntan con losgamines y a veces empiezan a chupar pegante o a fumar. Elotro día vi un programa de televisión donde decían que ibana prohibir el trabajo de los niños y yo después de verlo mequedé pensando que es bueno que lo prohiban porque a unolo tratan muy mal y uno todavía no puede defenderse solo.Y era cierto cuando Rocío decía que le había llegadola buena estrella. Rocío corrió con la suerte de que sumadre hiciera por ella, lo que ella no se sentía capazde hacer. Porque, si bien su madre no pudo evitar elmaltrato de su prima, si tuvo el mérito de cortarlo en unmomento en que la vida la puso a decidir sobre el futurode su hija. En la balanza pesó más el estudio que eltrabajo, y eso sin saberlo, fue una decisión que protegióa su hija de mayores desencantos y de una amargasonrisa. Ahora los sueños de Rocío habitan nuevamenteun palacio de cristal.Ahora me doy cuenta que mi mamá ha hecho un esfuerzomuy grande porque nosotros estudiemos. Yo espero re-sponderle y poder seguir estudiando. Igual, en mi familiasomos muchos y tenemos algunas necesidades, pero mimamá insiste en que todos debemos estudiar y en que debe-mos prepararnos para hacer la carrera que queramos hacer.Yo quisiera terminar el bachillerato y después entrar ala universidad a estudiar Medicina. Me gusta esa carreraporque uno puede ayudar a las personas y curarlas de lasenfermedades. Me gustaría entrar a la Universidad Nacionaly ayudarme trabajando en un almacén o algo así. Despuéscuando sea doctora, trabajar en un Hospital y volvermemillonaria para poder darles cosas a mi familia y ayudarle ala gente que está abandonada.
- 34. Capitulo VLa camavacíaOlga Lucía (12 años)